Visto de "Vedette" hasta para ir a comer.
Google la mima: teclee Alaska y lo primero que aparecerá es la biografía de Olvido Gara en la Wikipedia, por delante del estado 49 de EE UU. Recupera la revista española, tamizada por su visión gótica.
JOSÉ MIGUEL L. ROMERO ¿Por qué apuesta por el burlesque?
En nuestro caso, lo que hacemos este año es más parecido a la revista española, que es como nuestro burlesque patrio. El burlesque es mucho más glamuroso. Por ejemplo, es Dita Von Teese [de nombre real Heather Renée Sweet], es buscar algo muy preciosista, muy hermoso. Nuestra revista es un poco más de andar por casa, aunque también intentamos jugar con el físico y con las plumas. Pero si bien un burlesque cómico no existe, la vedette cómica sí, siempre la habido en España. El producto patrio, siendo más cutre que el burlesque tal cual está planteado en la fiesta de Café Olé, tiene un punto de humor berlanguiano que está muy bien y nos va mucho a nosotros.
¿Cuántos vestidos se pone?
En un espectáculo largo tenemos seis cambios. En Eivissa, hace unos meses, nos quedamos sin poner dos porque empezó a llover. En esta versión de Café Olé hacemos uno o dos cambios, porque es una cosa muy corta. Se trata de hacer una especie de aparición, un flash, no un concierto largo. Si yo voy a una discoteca y a las cuatro de la mañana me meten un concierto largo, mato a los del escenario y al resto de los organizadores.
¿Quién diseña su ropa?
Nosotros mismos. Yo tengo una marca de ropa con la que no hacemos nada: la marca existe, se llama Little Joe [ver www.littlejoe.es] y tenemos nuestras etiquetas, pero solo fabricamos para mí. La llevo con un amigo, uno de las Nancys Rubias [el grupo está liderado por su marido, Mario Vaquerizo].
Gótica, punk, ahora vedette. ¿Y lo próximo?
Lo primero forma parte de mí... Bueno, y lo de vedette, también. Son referencias constantes. De hecho, no tengo un vestuario normal. La ropa de vedette, de pedrería, me la pongo hasta cuando voy a comer con alguien, es decir, no tengo una visión muy clara de ropa de escenario y de diario. Todo lo mezclo. El espectáculo de este año, aunque sea muy revista, acaba siendo una especie de revista gótica, ya que al pasar por nuestro filtro siempre se le pega cómo somos nosotros [Fangoria]. Pero no somos Norma Duval, eso es imposible.
¿Qué hace cuando termina un «show», sale de marcha?
Normalmente no salgo. Para mí, el concepto de marcha es estar con las personas que conozco y en sitios que conozco. Y habitualmente, cuando estás fuera no conoces a nadie y yo no soy especialmente sociable, no soy de «¡venga, vamos a conocer gente nueva», eso me da igual.
No la veo tomando el sol en la playa.
El 90% de las personas que conozco están en un barco. ¡Y estoy invitada a todos! ¡Y qué hago yo!, ¿meterme en la bodega? No sé, no sé muy bien qué hacer. Me cogería una casita en mitad de la nada y ahí me quedaría tranquilamente en una sombra leyendo.
En nuestro caso, lo que hacemos este año es más parecido a la revista española, que es como nuestro burlesque patrio. El burlesque es mucho más glamuroso. Por ejemplo, es Dita Von Teese [de nombre real Heather Renée Sweet], es buscar algo muy preciosista, muy hermoso. Nuestra revista es un poco más de andar por casa, aunque también intentamos jugar con el físico y con las plumas. Pero si bien un burlesque cómico no existe, la vedette cómica sí, siempre la habido en España. El producto patrio, siendo más cutre que el burlesque tal cual está planteado en la fiesta de Café Olé, tiene un punto de humor berlanguiano que está muy bien y nos va mucho a nosotros.
¿Cuántos vestidos se pone?
En un espectáculo largo tenemos seis cambios. En Eivissa, hace unos meses, nos quedamos sin poner dos porque empezó a llover. En esta versión de Café Olé hacemos uno o dos cambios, porque es una cosa muy corta. Se trata de hacer una especie de aparición, un flash, no un concierto largo. Si yo voy a una discoteca y a las cuatro de la mañana me meten un concierto largo, mato a los del escenario y al resto de los organizadores.
¿Quién diseña su ropa?
Nosotros mismos. Yo tengo una marca de ropa con la que no hacemos nada: la marca existe, se llama Little Joe [ver www.littlejoe.es] y tenemos nuestras etiquetas, pero solo fabricamos para mí. La llevo con un amigo, uno de las Nancys Rubias [el grupo está liderado por su marido, Mario Vaquerizo].
Gótica, punk, ahora vedette. ¿Y lo próximo?
Lo primero forma parte de mí... Bueno, y lo de vedette, también. Son referencias constantes. De hecho, no tengo un vestuario normal. La ropa de vedette, de pedrería, me la pongo hasta cuando voy a comer con alguien, es decir, no tengo una visión muy clara de ropa de escenario y de diario. Todo lo mezclo. El espectáculo de este año, aunque sea muy revista, acaba siendo una especie de revista gótica, ya que al pasar por nuestro filtro siempre se le pega cómo somos nosotros [Fangoria]. Pero no somos Norma Duval, eso es imposible.
¿Qué hace cuando termina un «show», sale de marcha?
Normalmente no salgo. Para mí, el concepto de marcha es estar con las personas que conozco y en sitios que conozco. Y habitualmente, cuando estás fuera no conoces a nadie y yo no soy especialmente sociable, no soy de «¡venga, vamos a conocer gente nueva», eso me da igual.
No la veo tomando el sol en la playa.
El 90% de las personas que conozco están en un barco. ¡Y estoy invitada a todos! ¡Y qué hago yo!, ¿meterme en la bodega? No sé, no sé muy bien qué hacer. Me cogería una casita en mitad de la nada y ahí me quedaría tranquilamente en una sombra leyendo.
